Los secretos del oasis by Abby Green

Los secretos del oasis by Abby Green

autor:Abby Green [Green,Abby]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-9010-101-8
editor: Publidisa
publicado: 2011-11-15T00:00:00+00:00


Capítulo 6

SALMAN oyó las palabras de Jamilah y todo su cuerpo se contrajo. La maldijo. ¿Por qué no se marchaba? Una voz en su interior se burló de él. ¿Acaso quería echarla como había hecho seis años antes?

Entonces se sintió muy cansado. Llevaba tanto tiempo rígido, controlándose, estando enfadado. Y aquella mujer estaba destrozándolo todo sin tan siquiera saber lo que estaba haciendo.

Se giró a mirarla muy serio, con el rostro todavía dolorido por la bofetada.

Cuando Jamilah vio la marca de su mano en la mejilla de Salman, sintió remordimientos. Se acercó más y se disculpó por haberle pegado. Era la primera vez que golpeaba a otro ser humano en toda su vida y se sentía muy avergonzada por su comportamiento.

Pero él le dijo:

–No siento que me hayas pegado. Me lo merecía. Y es probable que me merezca todavía más.

Jamilah negó con la cabeza.

–No lo entiendo, Salman. Es casi como si quisieras ser castigado.

Él esbozó una sonrisa tensa.

–¿Sí?

Jamilah guardó silencio. Sospechaba que Salman no se refería a su comportamiento con ella seis años antes, o sí, pero aquello era sólo una pequeña parte de algo mucho más importante.

–¿Qué ha ocurrido realmente con ese niño esta noche? ¿Por qué te ha afectado tanto?

Salman la miró fijamente, fulminándola con la mirada por haber hecho aquella pregunta, pero Jamilah no se achantó.

Entonces, él le contestó:

–No creo que de verdad quieras saberlo.

Y a ella le enfadó que quisiera apartarla así de su lado.

–No me trates con condescendencia, Salman. Estoy segura de que no hay nada que puedas contarme que me sorprenda de ti.

Él volvió a sonreír.

–De todos modos, no me apetece hablar de ello ahora.

–¿Y cuándo va a apetecerte? –inquirió ella sin pensarlo.

–Nunca. Jamás te haría algo así –le respondió él.

–Ya me lo has hecho, Salman.

Jamilah sabía que estaban hablando de dos cosas distintas, pero que estaban inexorablemente relacionadas: los secretos más oscuros de Salman y el modo en que la había tratado, su falta de confianza en ella.

Jamilah se giró para marcharse, pero, para su sorpresa, él la agarró de la muñeca y le preguntó:

–¿Estás segura de que quieres saberlo, Jamilah?

Ella lo miró y vio que le brillaban los ojos y que tenía la mandíbula muy tensa.

–Sí, quiero saberlo, Salman –le contestó.

Él la miró a los enormes ojos azules y tuvo la sensación de ahogarse en ellos al mismo tiempo que se aferraba a una balsa salvavidas. No podía creer que hubiese evitado que se marchase. ¿De verdad iba a contarle lo que nadie más sabía? Y, al mismo tiempo, sentía la necesidad imperiosa de desahogarse allí, con ella. Jamás lo habría hecho con otra persona. En esos momentos se dio cuenta, era evidente.

Aquel niño lo había perturbado más de lo esperado. Se había dejado llevar por su instinto a la hora de reconfortarlo y había hecho lo necesario para conseguir que se sintiese mejor.



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